La Red De Turismo Campesino está compuesta por 25 familias diaguitas de comunidades de los Valles Calchaquíes de Salta y en diálogo con Dossier Web, Soledad Cutipa -referente de ese emprendimiento-, contó desde el surgimiento hasta la reactivación turística que se comienza a dar este año.
“La iniciativa fue por la necesidad de poder comercializar los productos. En ese tiempo, en 2004, estaba trabajando INTA, también la Secretaría de Agricultura Familiar que era un programa social agropecuario y ayudaban a la comercialización de productos. Había un grupo que trabajaba con turistas haciendo paseos a caballo, gente que vendía vino patero pero en botellas de plástico, pimentón en bolsas, sin una buena presentación y entendimos que había que organizarse”.
El surgimiento se dio de a poco. “La idea fue que los turistas ingresen a parajes, pensamos en trabajar con el turismo, pedimos un técnico que trabaje en este aspecto y nos organizamos, a dar ideas, a buscar necesidades, acomodar sus casas. Somos 25 familias pero 7 de estas damos alojamiento. Lo que queríamos era dar un tipo de turismo responsable que no sea de gran impacto en las comunidades, ya que hay algunas zonas en las que jamás habían ingresado turistas, entonces buscamos el aval de la comunidad para que no sea un rechazo”.
De esta manera, esta red fue la primera que se dio en el país, similar a lo que ocurre en Bolivia, Venezuela o en Guatemala. “Se logró consensuar el turismo rural comunitario que no existía en Argentina, si en otros países. En 2008 nos formamos como cooperativa”, dijo.
Luego agregó: “En 2013 con proyectos logramos hacer nuestro propio local comercial, porque somos una Cooperativa de 25 familias productores de vino, dulces, artesanos, porque también se hacen tejidos con lanas de llama y oveja, algunos venden frutas secas, hierbas medicinales, un conjunto de todo. Eso sí (añadió), los socios tienen que ser auténticos, no hacemos reventas. Los prestadores de servicio alojamos en casa de familia en zonas rurales, también hay gastronomía, paseos guiados, talleres de cerámica, tejido, cocina regional, producción de miel, etc”.
El despegue y la pandemia
“Comenzamos a independizarnos sin técnico en 2015, solos ya sin depender de asesoramientos técnicos que nos ayudamos, para ver si nos auto sustentábamos. En 2018 comenzó a crecer, un contador permanente, socios que están en la parte de atención al cliente, reservas, ventas, marketing, etc. hasta que llegó la pandemia que nos afectó porque no podíamos abrir y gracias a los socios pudimos pagar los servicios básicos”, dijo.
Finalmente, si bien la pandemia no terminó, Soledad comentó que “en 2021 algo pudimos reactivar las ventas y en 2022 tenemos la esperanza de poder trabajar bien. La mayor parte de nuestros clientes son extranjeros y con las agencias estamos comenzando a trabajar. Tenemos una buena expectativa para lo que viene”.
