La mirada crítica de un comprometido periodista salteño.
Héctor Vanolli fue periodista, columnista y corresponsal en los Estados Unidos del diario El Tribuno de Salta. Durante diez años se desempeñó como Representante Permanente del Centro Carter en Venezuela, además de Director de la oficina de esa institución en el país. Fue también Coordinador General del Programa para el Fortalecimiento del Periodismo del Centro Carter en Venezuela.
Anteriormente se desempeñó por varios años como funcionario de la OEA, en Washington DC, en la Unidad para la Promoción de la Democracia-UPD. Fue Jefe de Misión de la OEA en Nicaragua y Asesor de la Misión de la OEA en Venezuela para la observación del Referéndum Revocatorio de 2004. En el ámbito de la OEA se desempeñó también como Coordinador General del Programa Valores Democráticos y Gerencia Política (VDGP) de la OEA en Guatemala, un programa destinado a apoyar el proceso de fortalecimiento del sistema de partidos políticos en ese país. Integró numerosas misiones especiales de la OEA a numerosos países del hemisferio, incluidos Bolivia, Perú, Ecuador, Honduras y El Salvador.
Como especialista electoral integró sendas misiones especiales de las Naciones Unidas (ONU) en México y Mozambique.
Es Licenciado en Comunicaciones Sociales por la Universidad Católica de Salta. Fue becario de la Fundación Ford y la Fundación Fullbright en la Universidad de Boston, donde obtuvo un Masters en Comunicaciones y Relaciones Internacionales.
Actualmente se desempeña como Profesor de Periodismo de la Universidad de Belgrano.
En diálogo con Dossier Empresario se refirió a la situación actual del país y Latinoamérica y al rol fundamental del periodismo para los tiempos que corren.
Salió de Salta y el país hace muchos años, volvió, y hoy está en Buenos Aires ¿Qué es lo que cambió en estos años en la Argentina?
Me fui del país hace más de 30 años, pocos años después de que Raúl Alfonsín asumiera la presidencia. La Argentina enfrentaba en ese momento el desafío de construir, luego de la larga noche de la dictadura, un estado democrático que estuviera genuinamente al servicio de los ciudadanos. Esa tarea implicaba, entre otras cosas, la construcción de un estado con facultades efectivas de contraloría y, sobre todo, la construcción de un aparato de justicia auténticamente independiente. Lamentablemente, luego de todos estos años, muchos de esos grandes desafíos continúan todavía abiertos. No todo, sin embargo, es negativo. Hoy hay en la Argentina una ciudadanía más activa y exigente, así como un importante sector del periodismo dispuesto a asumir su rol de “perro guardián” del poder, lo que no es frecuente en muchos de los países latinoamericanos.
Trabajó varios años en El Tribuno ¿De qué manera esa experiencia ayudó a su formación?
Mi trayectoria como periodista se inició, casi por accidente, en el viejo diario El Intransigente. Los años transcurridos en El Tribuno fueron sin embargo los más importantes en lo que hace a mi formación. Si bien en años posteriores abandoné el ejercicio del periodismo para volcarme al trabajo en organismos internacionales, no olvido nunca el entusiasmo y el sentido de gran aventura con que en esa época abordábamos la tarea periodística.
¿Qué recuerda del “Profe” Vernazza?
Tuve el privilegio no sólo de haber tenido a Carlos Vernazza como profesor en el colegio secundario, y luego como jefe en El Tribuno, sino –fundamentalmente- de haber sido su amigo. Los buenos amigos son esos pequeños azarosos regalos del destino, que hacen de la vida una experiencia placentera. La amistad con “el Profe” fue uno de esos inesperados regalos. Además de su incansable y contagioso afán por los viajes y el periodismo recuerdo, ante todo, su enorme calidad humana, su extraordinaria bonhomía, su sentido inquebrantable de la amistad y la lealtad. Ser su amigo por tantos años fue un privilegio único, que agradezco.
Hace unos años fue parte de un grupo de veedores internacionales invitado por el Tribunal Electoral de la Provincia para observar las elecciones para gobernador ¿Cual fue su visión de ese proceso?
El sistema de votación implementado por la Provincia es un sistema con características únicas, que otorgan al proceso de votación un gran nivel de confiabilidad. Como funcionario de organismos internacionales tuve la oportunidad de observar numerosos procesos electorales en numerosos países del hemisferio e incluso fuera de él. El sistema implementado en Salta me pareció seguro, eficaz y transparente.
Estuvo muchos años en la sede de la OEA, en Washington DC ¿En qué medida esa experiencia le permitió profundizar sus conocimientos sobre América Latina?
La OEA constituye una ventana única para el seguimiento de los problemas, las tendencias, los desafíos colectivos que enfrentan los países del hemisferio. En ese sentido, mi paso por la OEA como funcionario de la ahora desaparecida Unidad para la Promoción de la Democracia (UPD) fue una experiencia única, sumamente enriquecedora.
Además, fue Representante del Centro Carter en Venezuela ¿Qué impresión le dejó esa experiencia?
A Venezuela llegué inicialmente a finales del 2003 como parte de la misión de seguimiento de la OEA del referéndum revocatorio convocado ese año por el entonces presidente Hugo Chávez, y permanecí luego en ese país como Representante Permanente del Centro Carter hasta el año 2016, año en el que esta institución cerró definitivamente sus oficinas. Me tocó por lo tanto el triste privilegio de haber sido un testigo directo del dramático proceso de desintegración social, político y económico que experimentó el país en ese lapso, un proceso inédito en la historia reciente de América Latina si se tiene en cuenta la magnitud y gravedad de la destrucción operada.
¿Existe una real crisis humanitaria?
La crisis que atraviesa Venezuela es una crisis terminal. Abarca prácticamente todos los órdenes de la vida social. Los venezolanos no sólo experimentan los efectos de la quiebra financiera del Estado, el descalabro de la economía y la implosión del sistema de garantías y derechos individuales, sino que padecen además índices de escasez sin precedentes en el rubro alimentos y medicinas. Y a todo eso hay que sumarle el quiebre de los sistemas de salud y educación. Se trata de una crisis pocas veces vista en el hemisferio, que ha provocado la huida del país de millones de venezolanos.
¿Cuál considera que es la salida a esa profunda crisis social?
La salida de la crisis social en Venezuela pasa, en definitiva, por la salida de la crisis política y económica; y la salida de esa triple crisis pasa, a su vez, por el restablecimiento de la democracia y el estado de derecho. Venezuela representa en el continente el primer caso de instauración de una dictadura “de nuevo tipo”. A diferencia de lo que ocurría hasta la década de los 70, la democracia en Venezuela no se perdió como consecuencia de un golpe de estado militar tradicional sino como producto de un proceso de socavamiento deliberado y sistemático de las instituciones democráticas por parte del propio gobierno. La situación de Venezuela representa por lo tanto uno de los mayores desafíos para la OEA y el sistema interamericano en general.
¿El populismo está en retirada en el continente?
Si se mira el reciente fracaso de las fórmulas populistas ensayadas en varios de los países del continente, el populismo pareciera estar efectivamente en retirada. No conviene sin embargo bajar los brazos. El populismo es como un animal en las sombras, que acecha siempre, agazapado, en los intersticios de los sistemas democráticos. Ningún país está a salvo de su amenaza, ni siquiera aquellos de larga tradición democrática. La asunción de Donald Trump en los Estados Unidos es una prueba de ello.
¿Cómo ve al periodismo?
El periodismo es un arma fundamental, única, en la batalla por la rendición de cuentas por parte de los gobernantes, la transparencia del Estado, la vigencia de los derechos y garantías individuales. No hay democracia, ni nada que se le parezca, sin un periodismo fuerte, vigoroso e independiente, dispuesto a tomar riesgos. Una cosa no existe sin la otra. Cuando cumple su función, el periodismo se transforma en uno de los mayores reaseguros de la sociedad para la vigencia de las normas, los derechos y las libertades.