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En marcha la llamada “Máquina de Dios”

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El Gran Colisionador de Hadrones busca dar respuesta a los misterios del inicio del Universo, hace 13.700 millones de años. Temen que se creen agujeros negros.

El Gran Colisionador de Hadrones (LHC) o "Máquina de Dios" es destinado a desentrañar los enigmas del origen del Universo, es decir, cómo fue que se creó la materia y qué pasó con la antimateria en el momento del Big Bang.
Considerado el experimento científico más ambicioso de la historia, el LHC intentará identificar con total certeza los ladrillos fundamentales con que se construyeron las estrellas, los planetas y hasta los seres humanos.
En el proyecto participan 500 universidades del mundo y alrededor de 6.000 físicos e ingenieros, entre los cuales hay ocho argentinos, cuatro egresados de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y otros cuatro de la de La Plata (UNLP).
Los argentinos que trabajan en la "Máquina de Dios" son Ricardo Piegaia, Gastón Romeo, María Laura González Silva y Francisco González Pinto, de la UBA, y María Teresa Dova, Martín Tripiana, Fernando Monticelli y Javier Anduaga, de la UNLP.
El proyecto, que costó 4.000 millones de euros, comenzó a gestarse hace 20 años cuando el CERN empezó a construir, 100 metros bajo tierra, un anillo metálico de 27 kilómetros de circunferencia, en el que se instalaron cuatro detectores.
En el núcleo, que fue enfriado a 271 grados bajo cero, se producirán grandes colisiones de protones -partículas de la familia de los hadrones- a unos 299.000 kilómetros por segundo, es decir, casi la velocidad de la luz.
Las 600 millones de colisiones por segundo que se producirán generarán partículas, algunas nunca observadas, y los datos recogidos serán enviados a 500 instituciones del mundo. 
Dos de los detectores, el Atlas y el CMS, fueron diseñados para estudiar el bosón de Higgs, o "partícula elemental de Dios", supuestamente encargada de dotar de masa a otras partículas. 
A su vez, el detector LHC dilucidará qué pasó con la antimateria en el momento del Big Bang, y el Alice se centrará en las colisiones de iones de plomo, para recrear la "sopa" de quarks y gluones que formaban la materia en los primeros microsegundos del Universo, antes de la aparición de los protones.
En declaraciones a la prensa, la física María Teresa Dova, que dirige el grupo de argentinos que trabaja en el experimento, sostuvo que el Atlas "es el detector de partículas más complejo que se ha construido en la historia".
"Fue diseñado para responder preguntas tan fundamentales como cuál es el origen de la masa de las partículas y por qué, si en el Big Bang se creó igual cantidad de materia y antimateria, sólo se observa materia en el Universo que nos rodea".
Hoy, millones de protones recorrerán los 27 kilómetros del LHC en un solo sentido, pero no se producirán choques de protones hasta pasados unos meses, cuando se haya verificado su buen funcionamiento a máxima potencia.
La idea es inyectar un primer haz, para comprobar si recorre sin problemas el anillo, y luego, si todo va bien, hacerlo en dirección contraria, sin producir colisiones.
Los recaudos tienen sus razones: en junio pasado, un grupo de científicos trató de impedir su arranque y denunció ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, Francia, que la "Máquina de Dios" podía generar agujeros negros, capaces de aspirar la Tierra y hacerla desaparecer.
La denuncia fue firmada, entre otros, por el profesor alemán y teórico del caos Otto Rüssler, y el vienés Markus Goritschnig, pero el CERN mantuvo su postura de que no hay motivos de preocupación, pues "el LCH no hace nada que no se produzca de forma natural en el Universo"; y la denuncia fue desestimada.
Con todo, para aplacar los ánimos, el viernes pasado el director general del CERN, Robert Aymar, se vio obligado a firmar un comunicado de prensa: "El LHC es seguro y cualquier sugerencia de que sea peligroso es pura ficción".
Fuente: Télam

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