El presidente Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Miguel Pesce (BCRA) tendrán algo en común con el profesor, Berlín y Tokio, si bien el vínculo con las estrellas de La casa de papel tiene más que ver con las dificultades de la economía argentina que con el glamour cinematográfico.
Frente al temor de que falten billetes para asistir a la demanda de fin de año, el Gobierno ordenó la compra de una partida de papeles de $1000 a la Casa de Moneda y Timbre de España, escenario de la serie de Netflix.
Las curiosidades van más lejos. El billete europeo que alimentará a los cajeros automáticos argentinos será récord: estará entre los más caros del último tiempo y saldrá hasta 37% más que otros presupuestos que pasaron este año por el escritorio del Banco Central.Ads by
Así lo corrobora una investigación de LA NACION a partir de documentos internos de la entidad monetaria y de Casa de Moneda, la imprenta del Estado encargada de la provisión de los papeles que está bajo la conducción del exgobernador mendocino Rodolfo Gabrielli.
El pasado 17 de julio el Banco Central puso en marcha la operatoria mediante una nota enviada a Casa de Moneda. Su gerente de contrataciones, Juan Cruz Montiel, autorizó a la imprenta a subcontratar con la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España (FNMT) billetes terminados de $1000, que llevan la figura del hornero.
Se trató de la estación final de un camino burocrático que había comenzado algunos meses antes con el fin de abastecer a la entidad monetaria de partidas de $1000 adicionales a las planificadas a fines del año pasado.
Para garantizarse un lugar en las líneas de producción de la casa de papel española el Gobierno argentino autorizó el pago de un anticipo equivalente al 30% del total del trabajo.
Son tiempos difíciles para imprimir billetes: la pandemia modificó ciertos hábitos con respecto al manejo del dinero y hay mayor propensión a llevar efectivo. Eso derivó en que las imprentas estuvieran funcionan por encima del promedio a nivel mundial.
En condiciones habituales, la provisión total de los billetes que necesita el Banco Central corre por cuenta de Casa de Moneda. Lo mismo iba a ocurrir este año, hasta que hubo un cambio de planes dispuesto por la Casa Rosada.
En los primeros meses de 2020 el Banco Central ordenó la producción de un nuevo billete de $5000, que se convertiría en el de mayor denominación del país. La imprenta estatal -que está funcionando al máximo de su capacidad- había comprado el papel, las tintas, terminado su diseño, definido sus medidas de seguridad y establecido un cronograma de entrega.
La primera partida debía estar a disposición del organismo que conduce Pesce en junio pasado. Luego llegarían otras en julio, agosto y septiembre. El encargo era por un total de 200.000 millares de billetes, pero una orden política desactivó el proceso.
En el pasado, el kirchnerismo fue reticente a aumentar la denominación de los billetes bajo el argumento tácito de que evidenciaban la inflación pasada y alimentaban la expectativa de una futura suba de precios.
La suspensión del papel de $5000 puso a la cadena de provisión de billetes bajo un stress inesperado. Por eso el Banco Central le ordenó a Casa de Moneda, que no toma las decisiones, sino que actúa por cuenta y orden del primero, a buscar alternativas para aumentar la oferta de papeles.
También vendrán billetes de $1000 desde Brasil. Llegarán 400 millones de billetes, que según fuentes al tanto de la operación representan el 70% de la importación. De manera que otros 170 millones vendrían de España.
La Argentina también le pidió un presupuesto a Chile, que pasó un precio más alto incluso que la Casa de Moneda y Timbre. Su oferta quedó descartada.
Comprar dinero en Europa, de todas maneras, es también muy caro. Los documentos del Banco Central muestran que le autorizó a Casa de Moneda cerrar la contratación con su par española por US$126,32 el millar de billetes. Es un valor que está por encima de las contrataciones habituales del organismo monetario, según la reconstrucción que hizo LA NACION con diversas fuentes que participan del proceso industrial para su fabricación.
El precio es también superior a los de otros presupuestos que manejaron este mismo año el Banco Central y Casa de Moneda para trabajos similares. En tanto, el billete de $5000 con las imágenes de Ramón Carrillo, Cecilia Grierson y el Malbrán costaba US$83,95. El hornero argentino que llegará de España saldrá un 50% más que un billete de mucho mayor denominación.
Hay varias precisiones para hacer con respecto al precio. Entre ellas, España cobra más que Brasil por el mismo trabajo, según pudo reconstruir este medio. Pero también está incluido en su cotización el costo del flete por avión.
El papel sanitarista, en tanto, tenía menos sofisticación en términos de seguridad, algo que puede en parte explicar su bajo precio. No es la primera vez que el país hace contrataciones de emergencia a precios por encima del promedio para atender la demanda de billetes.
Ironías de la historia política y cambiaria argentina, esos papeles llegaron al país cuando ya Mauricio Macri había sido electo Presidente. El gobierno de Cambiemos designó como titular del BCRA a Federico Sturzzeneger, que lanzó una nueva familia de billetes de mayor poder cancelatorio.
La historia detrás de la importación de billetes de España y Brasil.
Los papeles de Evita quedaron almacenados durante años en los depósitos del Banco Central, pero la emisión monetaria en el contexto de la pandemia y la negativa del Frente de Todos al papel de $5000 los sacaron del letargo.
Cómo se hizo la investigación
El 16 de mayo pasado LA NACION publicó detalles de la confección y producción de un nuevo billete de $5000 que el Banco Central le había encargado a Casa de Moneda, en base a diversa documentación desconocida hasta ese momento. Semanas después, y sin una comunicación pública mediante, diversos voceros del Gobierno dejaron trascender que el billete no se haría.
La consulta a diversas fuentes del mercado llevó a una conclusión que parecía razonable: si el Banco Central había desistido de hacer un papel de alto poder cancelatorio, era posible que tuviera dificultades para abastecer la demanda de dinero en un contexto de inflación y emisión monetaria altas.
Esa hipótesis de trabajo llevó a LA NACION a hacer un pedido de acceso a la información pública que contemplaba diversos puntos. Entre otras cosas, se le solicitó al Banco Central que informara sobre los pedidos que se le haya hecho a Casa de Moneda para el suministro de billetes en lo que va del año.
Por diversos motivos, en una nota del 31 de julio de este año, el Banco Central rechazó el pedido de LA NACION, que presentó un recurso a la Agencia Nacional de Acceso a la Información Pública. Esta última dirimió el reclamo el 22 de septiembre pasado. La Agencia hizo parcialmente lugar al reclamo de LA NACION y el Banco Central cumplió con la entrega de información el 6 de octubre pasado. Parte de los documentos obtenidos se utilizaron para hacer esta nota.
La Nación