Durante años, la conversación sobre belleza se centró en el rostro. Pero hoy, esa narrativa se expande con fuerza hacia todo el cuerpo. La revolución del cuidado corporal no es solo cosmética: está reconfigurando nuestras ideas sobre autoestima, placer, intimidad y representación. En este nuevo mapa, las marcas no sólo venden productos, también moldean discursos.
Con el auge del body positive y la diversidad de cuerpos en campañas publicitarias, muchas marcas prometieron un giro hacia una belleza más inclusiva. Sin embargo, como apunta Germán Romero, Business Development Director Executive en another, agencia de comunicación estratégica con importante presencia en América Latina, “la inclusión real no se mide por la cantidad de tallas que aparecen en una pasarela, sino por la capacidad de las marcas para escuchar, adaptarse y evolucionar con sus audiencias”.
Del cuerpo oculto al cuerpo consciente
La revolución del body care está redefiniendo cómo habitamos el cuerpo. Desde los ingredientes “de grado facial” para zonas tradicionalmente ignoradas, hasta la aparición de productos que celebran el placer y el autocuidado sin tabúes, la belleza ya no se limita a lo visible.
Hoy, el cuidado del cuerpo se entrelaza con temas como la salud mental, la autoestima, el deseo, la autonomía y la representación. Las marcas que logran leer ese contexto y traducirlo en productos, mensajes y experiencias con sentido están construyendo mucho más que lealtad: están construyendo legitimidad cultural.
En lugar de promover estándares inalcanzables, muchas marcas están empezando a entender que el cuerpo no necesita aprobación, sino cuidado sin juicio. El lenguaje ha cambiado. También lo han hecho los formatos, los canales y los protagonistas.
La belleza se vuelve plural cuando el body care incluye a quienes históricamente han estado fuera del marco publicitario: personas con discapacidades, pieles diversas, cuerpos no normativos, edades invisibilizadas. Todo esto exige marcas valientes, pero también marcas atentas.
“El cuidado corporal ha dejado de ser una rutina privada para convertirse en un espacio público de expresión, identidad y poder. Quienes entiendan esto, no solo venderán más: construirán marcas memorables”, concluye Romero.