“Las campañas por medios tradicionales tienen un tratamiento mas institucional, la Cámara Electoral revisa los spots y demás, hay un control; pero si yo quiero mandar un flyer por WhatsApp no tengo que pedir permiso a nadie. Esa campaña por viralidad no está monitoreada por nadie”, explica Ernesto Mislej, Co-founder & Chief Scientist de la empresa 7Puentes. El experto explica cómo usando imágenes preexistentes, sean en audio o video, se puede generar un mensaje nuevo completamente nuevo y verosímil. Se trata de una vieja táctica que viene exportada del phishing y el vishing. Adicionalmente, Mislej considera que hoy la barrera de entrada para utilizar esta tecnología es muy baja. “Antes había que tener ganas, dinero y conocimientos, hoy es solo ganas. Casi cualquier persona en el cuarto de su casa puede generar un deep fake de audio o video que sea lo suficientemente creíble”, explica.
Nuevas defensas para nuevos ataques
La nueva masividad que adquieren las campañas sucias, a través de herramientas de IA principalmente, no tienen todavía una línea de defensa sólida que les permita a ninguna de las víctimas protegerse eficientemente. “Todavía no hay herramientas para verificar si algo es una fake news, no al nivel que hay para crearlas al menos. Tampoco hay equipos especializados en esto en los órganos de control”, desliza Mislej.
Si bien hay algunas tentativas, por ejemplo en la Unión Europea se debate que las plataformas proveedoras de servicios como Dall-e integren un indicador o marca de agua en sus productos, lo cierto es que no hay nada masivo aún en el mercado. Mislej especula con que, en el caso de WhatsApp, que tiene encriptación de punta a punta se usen algunos indicadores (como la localización por GPS, el modelo de teléfono o el sistema operativo) como autenticadores de los emisores del mensaje. Así, las personas públicas pueden corroborar técnicamente si han emitido o no un mensaje.
Fuente: El Cronista