Se trata de una depreciación que supera largamente las registradas en igual lapso por otras monedas emergentes frente al dólar. Por caso, triplica las que sufrieron al cabo del mes el real (6,7%) y el peso mexicano (6,4%), o duplica la padecida por la lira turca (10,7%), también bajo fuerte ataque en las últimas semanas.
Quien ayer haya comprado un dólar tuvo que pagarlo entre 4,45 y 4,63 pesos más, según lo haya hecho a nivel mayorista o minorista, que los que había desembolsado el último día de abril al realizar la misma operación. Esas cifras, que implican depreciaciones del 21 al 22,2% según el caso, surgen de considerar operaciones que se pactaron ayer a $24,96 y $25,51, teniendo en cuenta los valores promedio de cierre que captó el relevamiento del BCRA y sus antecedentes de $20,54 y $20,88, respectivamente, de fin de abril.
La devaluación mensual del peso resultó apenas un tercio inferior a la del 35% que había registrado en diciembre de 2015, es decir, después del final del cepo cambiario que lo había mantenido artificialmente sobrevaluado. La que acumula en el año, que llega al 33,8%, ya es muy similar a la de aquel entonces. Pero si para la comparación se incluye el ajuste registrado en el último semestre (después de todo, el dólar comenzó a subir en diciembre), la desvalorización del peso es incluso más alta, ya que supera el 43 por ciento.
El derrape no resultó mayor por la acción coordinada que, desde mediados de mes, desarollaron el Banco Central (BCRA) y el Banco Nación y los ministerios de Finanzas y Hacienda, para acotar el daño que la corrida contra el peso le infligió a la economía. Eso incluyó:
-La fuerte suba de tasas (del 27,50 al 40% en tres episodios) para tratar de retener a los inversores en pesos.
-Una readaptación de emergencia de normas cambiarias (para obligar a los bancos a desdolarizarse) y normas prudenciales bancarias (se eliminó por completo la obligación de constituir encajes por los depósitos en pesos captados durante el mes para facilitar la renovación de Lebac).
-Las sostenidas intervenciones sobre la plaza cambiaria mediante venta de reservas (por US$3396 millones), de dólares captados por el Tesoro o de depósitos oficiales en esa moneda (ventas que se estiman por otros US$1400 millones y de las que se encargó el Banco Nación).
-El anuncio de la apertura de negociaciones con el FMI para acceder a un programa de asistencia financiera.
Fuertes daños
Pese a todo, el daño generado por la corrida fue muy importante. En ese rubro hay que considerar otra fuerte pérdida de reservas por parte del BCRA, que venía de resignar US$5104 millones en abril y perdió otros US$6586 millones (según cifras provisorias) en mayo, lo que dejó esa tenencia a un paso de perforar el nivel de los US$50.000 millones (quedaron en US$50.094 millones ayer). Otro impacto fue la suba del 21,2% en la tasa de riego país, que saltó de 430 a 512 puntos básicos, duplicando el deterioro del 11% promedio que tuvo durante el mes el riesgo emergente en general.
Al “mayo negro” hay que agregarle el contagio de desconfianza que derramó sobre el sistema bancario y quedó a la vista por una sostenida salida de depósitos privados en dólares, que alcanzó los US$725 millones (-2,7%) en el mes, replicando la caída que habían mostrado once meses atrás, en medio de la incertidumbre que creaba entre inversores el proceso electoral por las parlamentarias.
Comparaciones elocuentes
- 35% – Diciembre de 2015: Se devaluó el peso cuando se desarmó el cepo: pasó de $9,70 a $13.
- 21% – Mayo de 2018: Cayó al subir el billete mayorista de $20,691 a $24,905, según el tipo de cambio de referencia.
Fuente: Diario La Nación