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El campo, con las manos atadas y sin buenas noticias

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Kicillof no lo recibe a Urtubey pero Casamiquela le ofreció a Baltasar Saravia un alivio en las tasas de los créditos del Macro

La reunión entre el gobernador Juan Manuel Urtubey y el ministro Axel Kicillof sigue pendiente. El campo salteño, entre tanto, no está realizando medidas de fuerza pero tampoco ve la luz al final del túnel.
Con una deuda de 3.500 millones de pesos e intereses por mil millones anuales, en el marco de una fuerte caída de los precios de los granos, la perspectiva de los productores salteños es más cercana a vender la finca que a invertir. Utilizando el lenguaje bíblico, los productores sospechan que se vienen “años de vacas flacas”.
El ministro de Ambiente y Producción Sustentable, Baltasar Saravia se reunió en Buenos Aires con el Ministro de Agricultura de la Nación, Carlos Casamiquela, “para dar continuidad al trabajo tendiente a atenuar la situación del sector productivo provincial”. La solución es un aumento para el subsidio de tasa a la línea para capital de trabajo que se puede pedir al Banco Macro, el principal acreedor de los productores salteños, endeudados y con las manos atadas por una crisis que se parece mucho a la de una década atrás. La Provincia ya subsidia el 10% de la tasa, ahora la administración nacional se hará cargo del 5%. Difícilmente los productores lo celebren con euforia.
Probablemente, la falta de una audiencia con Kicillof, la simbólica ayuda de Casamiquela y el anticipó de Juan Manuel Urtubey sobre el plan económico de Daniel Scioli coincidan en un mensaje: no hay soluciones a la vista.
El conflicto de las últimas semanas marcó problemas muy puntuales: el cepo cambiario, instalado en 2011 a la semana siguiente de la reelección de la presidenta, inauguró cuatro años de recesión; la ausencia de créditos blandos para la producción, es decir, algo más que algún subsidio sobre tasas comerciales; el agobiante costo del transporte -donde ni el gobierno provincial ni el nacional dan señales de tener en mente algo serio- las retenciones y, en general, la presión impositiva.
Corresponde a impuestos el 40% del costo de los alimentos, en un país que se proyecta como potencia agroalimentaria. Claro: Casamiquela, Saravia y Urtubey no pueden hacer nada frente a esto. Y Kicillof, tampoco.

Fuente: El Tribuno 


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